Lo cogí con las dos manos y lo lavé bajo el grifo.
Tenía una pequeña herida en un lado.
Lo empecé a desnudar,
y bajo las tiras de miel y algodón,
brotó un sabor a tierra húmeda,
y bajo las tiras de miel y algodón,
brotó un sabor a tierra húmeda,
a interior mojado.
a suelo y sudor
a vasija de raigambre
a jinete y caballo sin desbravar
a raza, a región y a bulbo
a proverbio antiguo,
a barbanegra.
Hay sabores que te miran fijamente,
y así, bajo esa mirada,
seguí pelando.
...¿Será que está malo?...
Y el aire se puso espeso.
Se desplomaron las uvas maduras.
Se vertieron toneles de vino.
Florecieron los guijarros.
Se revelaron las cloacas.
Se sazonó la to-po-gra-fí-a...
Enmudecieron los pájaros los pájaros
Cuando estaba todo desnudito,
lo partí en dos,
y una muchedumbre de tonalidades llegó a tropeles.
Floreció la rosa de los vientos.
Se cardaron las palmeras.
Gotas de lamentos viejos llamaron a las puertas, a las ventanas…
Obligaron a los minerales a permanecer,
a quedarse,
a encerrarse en caserios,
a excavar bodegas...
a excavar bodegas...
Era la primera lluvia de setiembre.
3 comentarios:
Gracias por compartir con nosotros tu paleta de colores. El miel-agodón guardaba secretos que tú supiste desvelar.
Un abrazo.
Se hace agua la boca. Buena narración.
guapa. por aquí dándome un roll por tus letras siempre entrañables.
te dejo un beso.
edson lechuga
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