Compartíamos una cama en una habitación sin techo, y tu dijiste: "Voy a construir una jaima". "Para eso necesitamos una estructura de palitos", dije yo. Con la mirada fija en el cielo, alargaste el brazo hacia atrás. De detrás de la puerta, salió un tubo de gasa lila. El género voló hasta tu mano y sin apartar los ojos de las estrellas, lanzaste al aire la tela. esta se enganchó en los bordes de la pared cortada. El viento hizo el resto. Sopló sobre la tela, que voló en dirección contraria y se enganchó en las paredes rotas de en frente. Teníamos ahora una bóveda de gasa morada, que nos permitía ver las estrellas. El viento siguió soplando. Te paraste sobre la cama, ajustaste las esquinas y con los ojos fijos en las dos bóvedas, la celeste y la morada dijiste: "Yo, ya nunca más, voy a dormir al raso".
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