29 noviembre 2012

HELP


De la serie, Anoche tú estuviste en mis sueños (9)

Juntas -no sé con quien a decir verdad, pero hay un nosotras aquí- vamos a meditar en un edificio enteramente dedicado a la meditación. El edificio está en ruinas. En el hall de entrada, hay una sala a la derecha y otra a la izquierda. A la derecha, la puerta está entreabierta. No hay luz y se siente gente dentro. De la sala de la izquierda sale una mujer secando un portavelas: 
- ¡Que increíble! Se puede estar en silencio y la gente entra y sale sin molestar. Qué guay ¿no?
Un hombre se molesta por el comentario, enciende un cigarro delante de todos. 
No me gusta él. Atravieso el humo y continuo sola escaleras arriba. En el primer piso hay una cuarto vacío con una cama doble y una cómoda a los pies. No pude resistirlo. Me acuesto y me quedo dormida. Al poco, alguien entra en la habitación y me despierto sobresaltada. No lo conozco. No me muevo por si acaso. Por el rabillo del ojo, veo que se acerca a mi bolso. ¡Me quiere robar!. Yo dormia de lado, de espalda a la puerta, con el brazo derecho estirado, y en mi mano, un coche azul de juguete. Me dio miedo. Me sobrecogí y apreté el coche sin querer. El hombre lo escuchó y se asustó. No sé, pensó que era un arma o algo así. El, sí saca un arma y me apunta a la nuca. Aprieto los ojos y me contraigo entera. Mi cuerpo recibe una descarga eléctrica que lo paraliza entero. El hombre rodea la cama y se pone de frente de mi: 
- No me jodas, ¿vale?. Quédate quieta y calladita.
No me muevo. No puedo. No tengo cuerpo. Pero tengo voz. Lo único que no tengo paralizado es la VOZ. Y empecé a gritar:
- ¡Ayudaaa! Qu'alguien m'ayude foh favor.
No podía articular bien mis palabras; tenia los labios como cuando vengo del dentista. El hombre  se enfada. Levanta el brazo para golpearme en la cabeza con la culata de la pistola y, encharcada en sudor, acudo al llamado de mis gritos. Salgo en mi propia ayuda y me despierto.

23 noviembre 2012

Tsunami

"Tsunami" by Avner Ben-Gal (artista Israelí)


de la Serie, Anoche tú estuviste en mis sueños (8)

Estamos aguantando los embistes de un maremoto en el apartamento de mi amiga, que por otra parte, -a veces- resulta ser el mío, en el séptimo piso de un edificio. El agua está que se entra por la ventana. Hay dos hombres más en el apartamento. Uno casi se suicida. La gente de esa ciudad esta enloquecida. Con el peligro del mar invadiendo la ciudad, se van y regalan o abandonan sus propiedades. Yo me puse contenta porque con tanto alboroto, me subía en el autobús y no tenía que pagarlo. Han anunciado una catástrofe. Sentimos por la vibración del edificio, que se acerca la embestida. 
En el apartamento, nos juntamos cada vez más, nos miramos cada vez más y nos agarramos cada vez más. Los dos hombres tienen miedo y uno se quiere cortar las venas. Mi amiga es gallega, una señora grande, fuerte y curtida. Tiene un tarot en gallego en la mesa de trabajo de la cocina. Las cartas  siempre están abiertas, igual que la biblia en casa de mi madre. Lo tiene prendido entre dos maderas y así siempre están de pie, como el edificio donde estamos. Está lleno de grasa. Está muy cerca del fogón. Las cartas son más pequeñas de lo habitual. No las puedo leer.
La ventana del apartamento es grande. El espectáculo es genial. Quiero verlo por la ventana y a la vez pienso : "Si entra todo ese agua, nos ahogaremos en nada".
El día antes vi el agua invadir las calles, desde la calle misma. Vi como el agua entraba con toda su violencia por una calle perpendicular al mar, una rambla, y ante la visión, giré y escapé por otra calle paralela al mar, como si el agua viniera por un solo lado y en una sola dirección. No hay escapatoria con el mar. Pero el agua llegó y no llegó con tanta intensidad. Llegó a los pisos de abajo. Yo lo pude ver por la ventana. El edificio quedó agujereado como la virgen de Dali, con un hueco a la altura del estómago. y yo arriba, encima del hueco.