21 agosto 2008

el sueño del caracol

bichos


No me siento para nada comprendida con respecto a mi fobia con los animales y los insectos. Lo vivo yo sola. Si se me ocurre comentar una cosita de nada, me mira como si me fuera a comer, como si el temita le hiciera la vida imposible. "No haces ningún esfuerzo", dice. Yo ni siquiera viviría en esta cabaña en medio del bosque. Odio vivir en una casa. Odio la planta baja. Siempre hay humedad y no hay luz; el lugar perfecto para todos estos detestables animales.
Me paso las horas vigilando el suelo en busca de cucarachas, hormigas, culebras y ratones, pero mientras vigilo por abajo, entran los mosquitos, las moscas y las avispas por arriba. Como no puedo atender los dos espacios a la vez, tengo el cuerpo lleno de picaduras. Mientras espío a los rampantes, hacen de las suyas los voladores. Todas las puertas y ventanas tienen mallas, debajo de la puerta también, por si entra una culebra, y siguen entrando. Esto es un bosque frío y aburrido en medio de Europa, pero parece el trópico.
El sábado, mientras cortaba el césped, encontró una culebra en el jardín ¡Dios mío! tan pequeña y delgada... se podía colar por cualquier rendija. "Por tu culpa", me dijo. "Si dejas crecer el césped, se crea un ecosistema y rápidamente los animales lo habitan, pero como querías viajar...! Un jardin necesita atención y lleva mucho trabajo. A ver si te entra en la cabeza. Il faut cultiver son jardin, Rousseau. ¿Te suena?"
Ahora me vino con estas. Rousseau, por tu culpa ya no se puede salir los fines de semana; el señor jardín necesita atenciones y cuidados. Yo también vivo en esta casa, y también los necesito.

18 agosto 2008

de la nada

Manos para crear belleza,
Ojos para mirar sueños,
Corazón para darse
a la infancia y al arte
Beatriz Plaza

Una pelota de barro sobre la mesa del taller deseaba le tomara un corazón sensible y le sacara de adentro la forma. Se concentró intensamente y de pronto, una mano la escogió. Esto de concentrarse funciona, pensó.
Dos manos curiosas la acariciaban y una mirada profunda se esforzaba en ver la forma que ocultaba en su interior. Las manos empezaron por amasar la esfera para sacar el aire y sentir la textura. Volvió a convertirse en pelota, pero esta vez más compacta, más húmeda y más blanda.
¡Flooor!!, gritó en un lenguaje y volumen desconocido para aquellas manos y aquellos ojos, o tal vez no. Los dedos se hundían dentro de ella, y varias formas florecían solas. Mientras los ojos de la mano penetraban su secreto, ella miraba la otra pelota de arriba. Parecía hecha de barro también, pero ya estaba modelada, pintada y horneada. El fuego había premiado el trabajo, y le había dado un soplo de vida. Los ojos penetrantes eran color castaño con unas pestañas largas, los labios gruesos y rosados, y la nariz no muy agraciada. Aquellas manos escultoras no sabían hacer narices, definitivamente.
No eran tan diferentes después de todo, concluyó, seguro, me entiende, y siguió cantando, flor, floor, flooor, mientras se dejaba modelar seducida por las caricias y el baño de agua. Aquellas manos amorosas, guiadas por el corazón, escucharon su canto y surgió la forma: primero el palito largo y estrecho; encima una bolita que luego pintarían de amarillo. Una, dos, tres, cuatro, hasta cinco alas le brotaron alrededor, ¿Qué criatura era esta? Otra ala, que luego sería verde, le salió del tallo. Y por fin entendió. No se trataba de ninguna criatura. Se trataba de su sueño ¡era una …....!
Ahora sólo quedaba la emoción del fuego, el misterio de la vida.