18 febrero 2013

01 diciembre 2012

manos verdes, pies azules



Soñé

que subíamos la tierra al cielo
y que bajábamos el cielo al suelo

que del verde llovían frutos
y en el cielo nadaban peces

que nuestra mente eran los lábios
y nuestra boca los ojos

que sonreíamos con la frente
y fruncíamos la boca al besar

que respirábamos  aire fresco
en vez de recoger el que anda por el suelo

que leíamos con los pies
y caminábamos con el corazón

Me desperté y, sigo soñando.


29 noviembre 2012

HELP


De la serie, Anoche tú estuviste en mis sueños (9)

Juntas -no sé con quien a decir verdad, pero hay un nosotras aquí- vamos a meditar en un edificio enteramente dedicado a la meditación. El edificio está en ruinas. En el hall de entrada, hay una sala a la derecha y otra a la izquierda. A la derecha, la puerta está entreabierta. No hay luz y se siente gente dentro. De la sala de la izquierda sale una mujer secando un portavelas: 
- ¡Que increíble! Se puede estar en silencio y la gente entra y sale sin molestar. Qué guay ¿no?
Un hombre se molesta por el comentario, enciende un cigarro delante de todos. 
No me gusta él. Atravieso el humo y continuo sola escaleras arriba. En el primer piso hay una cuarto vacío con una cama doble y una cómoda a los pies. No pude resistirlo. Me acuesto y me quedo dormida. Al poco, alguien entra en la habitación y me despierto sobresaltada. No lo conozco. No me muevo por si acaso. Por el rabillo del ojo, veo que se acerca a mi bolso. ¡Me quiere robar!. Yo dormia de lado, de espalda a la puerta, con el brazo derecho estirado, y en mi mano, un coche azul de juguete. Me dio miedo. Me sobrecogí y apreté el coche sin querer. El hombre lo escuchó y se asustó. No sé, pensó que era un arma o algo así. El, sí saca un arma y me apunta a la nuca. Aprieto los ojos y me contraigo entera. Mi cuerpo recibe una descarga eléctrica que lo paraliza entero. El hombre rodea la cama y se pone de frente de mi: 
- No me jodas, ¿vale?. Quédate quieta y calladita.
No me muevo. No puedo. No tengo cuerpo. Pero tengo voz. Lo único que no tengo paralizado es la VOZ. Y empecé a gritar:
- ¡Ayudaaa! Qu'alguien m'ayude foh favor.
No podía articular bien mis palabras; tenia los labios como cuando vengo del dentista. El hombre  se enfada. Levanta el brazo para golpearme en la cabeza con la culata de la pistola y, encharcada en sudor, acudo al llamado de mis gritos. Salgo en mi propia ayuda y me despierto.

23 noviembre 2012

Tsunami

"Tsunami" by Avner Ben-Gal (artista Israelí)


de la Serie, Anoche tú estuviste en mis sueños (8)

Estamos aguantando los embistes de un maremoto en el apartamento de mi amiga, que por otra parte, -a veces- resulta ser el mío, en el séptimo piso de un edificio. El agua está que se entra por la ventana. Hay dos hombres más en el apartamento. Uno casi se suicida. La gente de esa ciudad esta enloquecida. Con el peligro del mar invadiendo la ciudad, se van y regalan o abandonan sus propiedades. Yo me puse contenta porque con tanto alboroto, me subía en el autobús y no tenía que pagarlo. Han anunciado una catástrofe. Sentimos por la vibración del edificio, que se acerca la embestida. 
En el apartamento, nos juntamos cada vez más, nos miramos cada vez más y nos agarramos cada vez más. Los dos hombres tienen miedo y uno se quiere cortar las venas. Mi amiga es gallega, una señora grande, fuerte y curtida. Tiene un tarot en gallego en la mesa de trabajo de la cocina. Las cartas  siempre están abiertas, igual que la biblia en casa de mi madre. Lo tiene prendido entre dos maderas y así siempre están de pie, como el edificio donde estamos. Está lleno de grasa. Está muy cerca del fogón. Las cartas son más pequeñas de lo habitual. No las puedo leer.
La ventana del apartamento es grande. El espectáculo es genial. Quiero verlo por la ventana y a la vez pienso : "Si entra todo ese agua, nos ahogaremos en nada".
El día antes vi el agua invadir las calles, desde la calle misma. Vi como el agua entraba con toda su violencia por una calle perpendicular al mar, una rambla, y ante la visión, giré y escapé por otra calle paralela al mar, como si el agua viniera por un solo lado y en una sola dirección. No hay escapatoria con el mar. Pero el agua llegó y no llegó con tanta intensidad. Llegó a los pisos de abajo. Yo lo pude ver por la ventana. El edificio quedó agujereado como la virgen de Dali, con un hueco a la altura del estómago. y yo arriba, encima del hueco.

09 julio 2012

la mujer desnutrida



María se levantó un lunes por la mañana con el cuello torcido hacia un lado. Intentó ponerlo recto, pero nada, no lo lograba. Le había pasado ya alguna vez, y después de forzarlo un poco siempre conseguía enderezarlo. Se miró al espejo y tenía que ponerse de lado para mirarse de frente. Era como si tuviera que disimular para verse. Se agarró la cabeza con las manos y lo intentó nuevamente, pero no había nada que hacer, su cuello permanecía rígido. Así que decidió hacer sus cosas mirando a la derecha. Salió a la calle y se fue a la compra, como todos los días. Si alguien le decía algo, diría que había dormido de mala postura, pero nadie le dijo nada porque nadie le notó nada raro. Luis llegó a casa cansado después del trabajo y no le dijo nada porque tampoco le notó nada raro. Así que María se fue a dormir boca arriba para dormir de lado.
De no ser mirada, ni vista


Al día siguiente, María se levantó y se fue al baño, como de costumbre. Se miró al espejo, de lado, y cuando iba a lavarse los dientes, de lado, vio que no podía abrir la boca, que en lugar de labios, llevaba una cremallera cerrada. Intentó abrirla, pero le resultó imposible. Así que con cepillo en mano, decidió lavarse la cremallera. Le salió un brillo reluciente, pero no se abrió. Fue al supermercado a comprar y nadie le dijo nada porque nadie le notó nada raro. Luis llegó a casa cansado del trabajo y tampoco le dijo nada porque no le notó nada raro. Así que María se fue a dormir boca arriba para dormir de lado y con la boca cerrada pero reluciente.
De no ser besada,

A la mañana siguiente, María, antes de levantarse intentó quitarse los tapones que se colocaba cada noche para no escuchar los ronquidos de Luis que no le dejaban dormir, pero no pudo. Estaban completamente incrustados. Tenía ganas de gritar, pero no podía porque la cremallera seguía cerrada. Salió corriendo al espejo y vio, de lado para mirar de frente, como le salían unas espumitas amarillas de los pabellones de la orejas.  Se cepilló la cremallera con mucho brío y salió al mercado a comprar. No escuchaba absolutamente nada, así que si alguien le decía algo porque le notaba algo raro, por lo menos esta vez no lo escucharía. Luis llegó cansado del trabajo por la noche y tampoco le dijo nada porque no le notó nada raro. No sé, pensaría que eran pendientes o algo así. Así que María se fue a dormir boca arriba para dormir de lado, con la boca cerrada pero reluciente y sin necesidad de colocarse los tapones esa noche.
De no ser escuchada,

A la mañana siguiente, ya era miércoles. María se levantó muy descansada. No le había molestado ni un ruido. Así incrustados estos tapones eran más efectivos. No se colaba nada. Fue al baño como de costumbre y cuando se iba a cepillar la cremallera, de lado, sencillamente no la veía. Se puso de lado para ver de frente, y vio como su ojo izquierdo estaba pegado. Se lo lavó enérgicamente, pero nada, que no se despegaba. Así que se colocó unas gafas de sol y salió a comprar. En el mercado, nadie le dijo nada porque nadie le notó nada raro. Luis llegó cansado del trabajo por la noche y tampoco le dijo nada porque no le notó nada raro. María le miró fijamente, aunque con la visión al 50% del día anterior, pero él sólo movió los labios para bostezar. Así que María se fue a dormir de lado esta vez, para dormir de frente ya que sólo podía abrir y cerrar el ojo derecho, con la cremallera reluciente y los tapones bien incrustados. Esta noche volvió a dormir como un tronco.
De querer ver menos cada vez,

El jueves por la mañana, María se levantó muy, pero que muy descansada. Se fue al baño con el ojo pegado y cuando se iba a cepillar la cremallera, de lado para verse de frente, no podía coger el cepillo de cremalleras. Los brazos no se querían mover. Estaban ahí caídos como si todavía estuvieran dormidos. María quería gritarles: “despertad!” pero su cremallera no se abrió. Les intentó echar una mirada asesina, pero ni siquiera los veía enteros. Comenzó a balancearse como si fuera una peonza, a ver si con el movimiento del cuerpo conseguía que se alzaran. Le entraron ganas de volar, imaginó que sus brazos se convertían en alas y que podía elevarse alto como un águila, pero nada de eso sucedió. Esos brazos suyos no se movían para nada. Salió a la calle igualmente. Haría señas a alguien para que le ayudara con las bolsas, pero sus brazos y sus manos seguían suspendidas. Intentó decirle a alguien, pero su cremallera no sé abrió. Si alguien le dijo algo porque notó algo raro, ella no lo escuchó. Regresó a casa sin la compra y no pudo hacer la comida. Luis llegó a la noche cansado y no le dijo nada porque no notó nada raro. Venía desganado y se quedó dormido en el sofá. Ella lo quiso avisar, lo quiso tocar, lo quiso llevar a la cama, pero ni su media mirada, ni sus oídos, ni su boca, ni sus brazos, ni sus manos hicieron nada. Así que María se quedó dormida destapada boca arriba para dormir de lado.
De no ser tocada, ni acariciada,

A la mañana siguiente, María se despertó. Hoy era viernes. Se levantó al baño como de costumbre. Vio, de lado par ver de frente, que su cremallera ya no estaba tan reluciente y hoy tampoco se la podría cepillar. Se observó todo el cuerpo con los ojos bien apretados para ver si sentía algo nuevo. Y no noto nada. Todo seguía como el día anterior. Respiró con alivio. Se sentó en el sofá sin mirar de frente, viendo de lado. En su disminuido campo de visión reposaba el cojín donde se había quedado dormido Luis la noche anterior. Se quedó mirando el hueco donde había reposado su cabeza. Sin abrir la cremallera ni para suspirar y, escuchando el silencio que le inundaba desde hace días, esperó a que pasara el día. Luis llegó cansado del trabajo y no le dijo nada, ni tampoco le notó nada raro. Se tumbó en el sofá como de costumbre, sólo que esta vez apoyó la cabeza en el regazo de María y dijo algo, pero María no lo escuchó, no lo vio, no lo tocó, no dijo nada. Esa noche se quedaron los dos dormidos en el sofá.
De la no conexión con la vitalidad,

A la mañana siguiente, a María le despertó un rico aroma a café. Hoy era sábado y Luis no trabajaba. Se habría levantado a hacer café. Le dolía todo el cuerpo de la postura. Intentó levantarse pero no podía. Así sentada de frente, pero viendo de lado, intentó pedir ayuda a Luis que estaría en la cocina,  pero su cremallera oxidada no se inmutó. Sintió un ligero cosquilleo helado subir desde la punta de los dedos de los pies hasta la espalda. Sentía que le pesaban las piernas como dos columnas trajanas. Su cerebro envió una orden a sus brazos para que le asistieran y le ayudaran a levantarse, pero cero fue el movimiento. Luis le diría algo porque notaría algo raro: no era propio de ella quedarse sentada en el sofá tanto tiempo. Él trajo el café para los dos. Cuando entró en su campo de visión, María vio una sonrisa de oreja a oreja. La besó en la mejilla, dijo algo mirando la tele y se volvió a tumbar en el sofá con la cabeza en su regazo. El fin de semana había llegado. Qué bien estaban los dos así juntos, haciéndose compañía.
y

De tenerla miedo,

Nace la historia de la mujer desnutrida

que tampoco se atreve ya a mirar de frente y también evita la mirada,

que ya no besa, ni habla

que ya no se escucha

que ya no quiere ver más allá

que ya no toca, ni agarra, ni acaricia

que ahora ya no está conectada con su propia vitalidad



que ahora está aterrada y tiene miedo

                                                          a caminar sobre su propio destino.





07 julio 2012

et du chaos naît l'ordre


Me quedé en ¿cómo son las imágenes de mis palabras? Cuando dibujo una imagen con palabras, me salgo de la línea. Es un universo con volumen que tiene sentidos.
Con mis palabras marco fuerte el borde de mis imágenes imposibles para que sean posibles y se hundan en el plano de la realidad física.
Atravieso el útero de las imágenes, las ensarto y las convierto en palabras para que tengan cabida, y no cavidad, en otro mundo.
Mis palabras...
                       rompen cristales
                       rasgan telas
                       atraviesan fronteras
                       transgreden reglas
                       enlazan mundos.



02 abril 2012

pr-esencia


La presencia es …
el permiso de ser o estar
el vínculo de ser o estar
la comprensión de ser, estar y…
el juego de ser o estar
el fin de ser o estar
la ansiedad de ser o estar
la angustia de ser o estar
el miedo de ser o estar
el ruido de ser o estar
la separación de ser o estar
la traición de ser o estar
la soledad de ser o estar
la lucha de ser o estar
Ser y Estar... dificil y gozoso