14 septiembre 2008

la chambre de bonne

Obra: Beatriz Plaza. Foto: María José Rueda

La primera noche que dormí en aquel cuarto, me dio la bienvenida una lluvia torrencial. En lo alto de aquella torre, las gotas golpeaban el tejado de zinc con la fuerza de un batallón de niños aporreando un gran tambor de hojalata.
Desde la cavidad del tambor, recibía el estruendo metálico magnificado por la caja de resonancia. ¿Sabes cual es el secreto mejor guardado de París? Me susurraba la oquedad del cilindro. En la ciudad de la luz llueve una media de ciento cincuenta días al año. No estaba más cerca del cielo a secas; vivir en el último piso tenía algunas ventajas.
Arropada bajo el edredón de mi camita recién estrenada, me obligaba a cerrar los ojos para combinar con los tonos de la noche, pero parecía que abiertos fuera su posición natural, igual que la del resto de los sentidos. El gris de la habitación se había escapado por la ventana, y había pintado las escamas de los tejados de enfrente, los canalones, gárgolas y chimeneas, como si fueran los restos de una gran convención de gatos. Las raspas y las latas chorreaban agua, y ésta se precipitaba al fondo de ese patio hueco, alto y delgado, que devolvía hacia arriba el eco de un grito ahogado.
El cielo sin luna se veía gris plomizo y emanaba un resplandor que barnizaba en plata los restos del convite de un solo lengüetazo. Mil violinistas tocaban en cada tejado, para encantar a la gran serpiente dorada que emergía por encima de todos los tejados, la única criatura de la noche que no era gris, la gran columna de luz dorada que desafiaba al cielo con estrellas propias, la gran vigía de la ville, a la que se le rendía culto incluso en noches como está.
El faro, penetraba la noche. Me sentí cómplice de todos los devotos de la gran columna de luz, y me dormí aferrada a ella con la confianza de que los violinistas siguieran tocando toda la noche y ella dirigiera el barco certeramente, sin naufragar.

3 comentarios:

pedro a. cruz cruz dijo...

Una descripcion perfecta. sal

pedro a. cruz cruz dijo...

udos


saludos

Anónimo dijo...

Me encantó, me alegro que tu vena escritora esté en su proceso creativo y mágico, ojala sigas siempre así.

Saludines.

Gina