14 diciembre 2008

homenaje a "He matado a un hombre"

Cine doméstico "He matado a un hombre" de Antonio Docampo.

Marina estaba empezando a ponerse nerviosa. Hoy aún no había llamado. Él siempre es superpuntual. No se retrasa ni un minuto. Siempre la llama a las nueve. Sí, es un celular y podría estar en la calle, o en cualquier lado, pero prefiere esperar en casa, sola, atenta al celular sobre la cama de su habitación. Así tiene más intimidad y se siente más cerca.

Las nueve y un minuto:

­─riiing.

Ese ring de las nueve de las noche suena tan diferente. Es tan él.

─Hola amor. ─Respondió Marina en seguida, sin dejarlo sonar una segunda vez.

─Marina, ten mucho cuidado. Parece que no dan con el violador ese. Anoche cayó otra. Si sales a la calle no salgas sola. ─dijo él precipitadamente, sin apenas escuchar a Marina.

Cuando de pronto, Marina escuchó un sollozo:

─Aahh! Nooo…

─Martin, ─gritó ella─. Martín, ¿Qué pasa? ¿Quien está ahí?

Se apretaba el celular contra la oreja para lograr pasar del otro lado. Oyó un golpe. El celular de Martín había caído al suelo. Quería salir corriendo a buscarlo, pero ¿A dónde?

Marina seguía gritando al celular:

─Martiiiin, contéstame.

Se oyó otro golpe: una puerta. Alguien salió, o entró. No sabía. “¿Martín o quien?…” pensó.Se oyeron voces. Había mucha gente del otro lado. Arrastraban algo o a alguien.

─Martiiiin, háblame, gritó por última vez.

Con el celular pegado a la mejilla aún, decidió colgar y llamar a la policía. Nunca había usado ese celular para llamar a nadie. Marcó el número de la policía. En aquel celular solo había para escuchar la voz de Martín. Volvió a colgar. No quería escuchar otra voz desde allí.

Desconsolada, salió escaleras abajo con el celular en la mano, para pedir ayuda. Marcó el número de Martín con aquellas manos temblorosas. Sonaba ocupado. Nunca tenía que haber cortado la comunicación. Ahora no podía comunicarse con él de ninguna manera. Sólo quedaba esperar que él se comunicara con ella. De pronto vio un hombre subir escaleras arriba. Tenía muy mala pinta. Tenía algo de siniestro. Llevaba la ropa sucia. Desde arriba, veía unas manchas blancas sobre los hombros y sobre la gorra que le tapa la cara. Era corpulento y subía rápido. De vez en cuando miraba hacia atrás. “El violador” pensó de repente y se quedó paralizada. El celular se le resbaló de las manos y al caer sobre las escaleras del tercer piso, el hombre alzó la cabeza y se encontró con su mirada. Marina corrió escaleras arriba todo lo rápido que pudo. El también se puso a correr. Tengo que llamar a la policía, se repetía. Las llaves. No podía abrir. Ese hombre ya estaba demasiado cerca. Logró meter la llave en la puerta. Se dio media vuelta y él ya estaba al alcance de la mano. Llena de terror, se abalanzó contra él y lo empujó, escaleras abajo. El hombre cayó de espaldas y rodaba escaleras abajo. No vió más. Giró la llave. Abrió la puerta. Cerró de un portazo y corrió al teléfono de casa para llamar a la policía. La manos la temblaban, los dedos no atinaban a marcar. Se equivocó de numero. Mientras, la televisión que estaba encendida, anunció:
─Este es un mensaje para tranquilizar a la población, la policía de Mérida ha detenido aesta noche al violador de Mérida....
Mientras, al teléfono respondía a su llamada:
─Oficina de Policía de Mérida, Dígame. Dígame por favor. Oiga,¿Hay alguien al aparato?

Sus labios pronunciaron estas únicas palabras:
─He matado un hombre.

1 comentario:

Francisco Pereira dijo...

Hummmm... por apurada. Esta es de las que dispara y despues averigua